Discurso del magistrado Santiago Altamirano Escalante con motivo del CLXXXVI aniversario luctuoso del general Vicente Guerrero
Ayer Tixtla, hoy Ciudad de Guerrero, ese el lugar en el que vio la luz, cuarenta y ocho años se dice que es la edad a la que llegó, en tiempos cuando la monarquía española aún podía condenar los excesos cometidos por los revolucionarios franceses.
En aquella región de sociedad heterogénea, donde abundaban los descendientes de africanos; como el caso de Guerrero, la clase social a la que pertenecía carecía de privilegios, pagaba diezmos y otros impuestos de los que los indígenas nativos se hallaban exentos, no podían organizar gobiernos locales, ni tampoco tenían tribunales especiales.
Combinada con la baja densidad demográfica de la zona y la casi nula presencia de las instituciones virreinales, se creaban ventajas para quienes querían prosperar, como algunos terratenientes, transportistas de mercancías y arrieros, que escapaban de la pobreza gracias a sus esfuerzos en medio de un orden jurídico y político que no los protegía.
La combinación de esas circunstancias con cada vez mayores exigencias fiscales a los habitantes del Sur de Nueva España; que para ese entonces ya resentían dichas presiones impositivas, germinaron el inicio de un proceso de erosión en la legitimidad de la corona.
En aquellos grupos que encontraban en su esfuerzo la prosperidad, estaba el joven arriero Vicente Guerrero, que debía su posición al esfuerzo en el trabajo propio y no a las generosas concesiones que la corona otorgaba a otros sectores de Nueva España. De tal forma, que Guerrero ya había conseguido unos cuantos, pero importantes privilegios, como el de portar armas e integrar milicias como las que tenían Leonardo Bravo y Hermenegildo Galeana, terratenientes de esa zona.
Es así como comienza su historia, historia que no es ajena a la de muchos ilustres mexicanos que han formado esta Patria, el 16 de septiembre de 1810 dio inició el levantamiento independentista de Miguel Hidalgo, un mes después, Hidalgo encargó a José María Morelos llevar la insurrección al sur del país, zona en la que muchos se unieron a él, entre ellos se hallaban Hermenegildo Galeana y Don Vicente Guerrero.
Los resultados obtenidos por cada batalla le valieron a Morelos para reconocer los méritos de Guerrero, a quien le otorgó el grado de capitán, detenido y ejecutado el cura Hidalgo en julio de 1811, el liderazgo de la revuelta pasó a manos de Ignacio López Rayón y José María Morelos, ya en 1812 una vez hecha la conquista de Oaxaca y después de una continua demostración de valor, Guerrero es ascendido a teniente coronel.
En 1814 Vicente Guerrero es comisionado por Morelos para reforzar la zona costera del sur, en donde conquistó Puerto Escondido y Santa Cruz de Huatulco, además participó en la toma de Acapulco, sus tácticas de combate le dieron gran fama por su efectividad. Ya para 1815 y tras la aprehensión y fusilamiento de Morelos, Guerrero se replegó a la sierra del Sur, convirtiéndose en la última cabeza visible de un levantamiento que parecía ya definitivamente sofocado. Fue hasta 1818 que Guerrero fue reconocido como general en jefe del ejército del Sur.
La muerte de Morelos, mezclado con el acoso de las tropas realistas y el indulto ofrecido por el virrey, provocaron el inicio de la disolución de numerosas guerrillas rurales, al punto tal, que algunos de los jefes insurgentes dejaron la lucha. Ignacio López Rayón, Nicolás Bravo y Manuel Mier fueron capturados, Guadalupe Victoria desapareció en la selva veracruzana, solamente en el sur del país la lucha se sostuvo por la voluntad de Vicente Guerrero.
Para el año de 1820 cuando el rey de España Fernando VII, aceptó la Constitución de Cádiz, los mismos peninsulares que habían combatido al lado de los insurgentes, se reunieron para concretar la independencia y evitar que se implantara la nueva Constitución en nueva España, ese grupo nombro comandante del Plan del Ejercito del Sur a uno de sus miembros: Agustín Iturbide, con la consigna de acabar con Guerrero, sin embargo, en vez de combatirlo, Iturbide lanzó el plan de Iguala para poner fin a la guerra.
El 16 de noviembre de 1820 Iturbide estableció su cuartel en Teloloapan, llegando a la zona envió una carta a Vicente Guerrero ofreciéndole el indulto e invitándolo a sumarse a su ejército, Guerrero, desconfiado, rehúso a la invitación.
Iturbide insistió y ofreció su palabra en garantía, ante tal planteamiento Guerrero, acepta encontrarse con Iturbide en Acatempan, en ese lugar ante su ejército Guerrero dijo: “Yo que los he conducido a combates, no pueden dudar que moriré sosteniendo la independencia y soy el primero que reconozco a Iturbide como el primer Jefe del Ejército Nacional”, de esa unión de fuerzas, entre Guerrero e Iturbide surge el Ejercito Trigarante.
Allí nace el Plan de Iguala el 24 de febrero de 1821, también conocido como Plan de las Tres Garantías, pues sus 24 artículos sintetizaban garantizar a los habitantes de la Nueva España tres puntos básicos, Religión, Unión e Independencia, este acto histórico declaró a México País independiente y Católico, hogar de peninsulares, criollos, indios y hombres de color por igual.
Con un breve discurso en el que recordó sus “servicios a la causa santa de la independencia y libertad” Vicente Guerrero asumió la presidencia de la república en 1829, pocos podían presumir una trayectoria tan constante y congruente como la del nuevo presidente, ahí estaban los casos de Guadalupe Victoria presidente saliente que dejo las armas para ocultarse de las tropas virreinales, Nicolás Bravo su antiguo compañero que aceptó el indulto y el de Manuel Gómez Pedraza presidente electo por las legislaturas estatales, quien todavía en 1821 había dejado las banderas del rey de España por la de las Tres Garantías.
Don Vicente, quien a pesar de haber sido un decidido promotor de la independencia, fue hecho prisionero el 25 de enero de 1831 para ser entregado y enfrentar juicio sumario por conjura y rebelión, para que finalmente el 14 de febrero de 1831 en Cuilapa, Oaxaca fuera fusilado.
Los hechos aquí narrados; tendrán en el devenir de la historia, adjetivos subjetivos que podrían hacer variar su narración, pero existen otros adjetivos, posiblemente también subjetivos, que dan por cierto que Guerrero, amaba la clase a la que pertenecía y no menos cierto es que aquel, al ascender por la escalinata del poder, nunca hizo lo que muchos de su origen, perderse en la ostentación y menosprecio de su propia estirpe.
Alejarse de las autodenominadas gentes civilizadas y no encontrar atractivo el pasar el tiempo en frivolidades, encuadran en un comportamiento de un ser noble, natural y extraordinario. Hombre de altos sentimientos, con grandes latidos de corazón, desinteresado, al que no llamaban las vanidades, ni títulos, que no tuvo intención alguna de buscar recompensa personal por su lucha.
Guerrero tuvo una vida llena de dificultades, aventuras y experiencias que completaron su escasa educación, por eso, cuando llegó a la presidencia, múltiples fueron los adjetivos con los que sus enemigos y los llamados hombre letrados lo tacharon, decían de él ser un ignorante y sandio, mero instrumento de políticos inteligentes, perversos y manipuladores. Lo más grave, es que sus propios compañeros de partido, amigos y aliados tenían una opinión semejante. Zavala fue más allá al señalar que “Guerrero es un mexicano que nada debe al arte y todo a la naturaleza”.
Queda claro, después de estas líneas discursivas llenas de análisis histórico, que el talento esta arropado por distintos ingredientes, que solo un conjunto de circunstancias convierten a un hombre común, en un gran ser humano, no cabe duda que la naturaleza contribuyó favorablemente en su persona, impregnándolo de valores y principios.
Víctor Hugo dijo una vez a Juárez: “La grandeza de los principios consiste en ignorar al enemigo. Los hombres no tienen nombre frente a los principios; los hombres son el Hombre. Los principios no conocen más allá de sí mismos”.
Pues bien, el ejemplo de ese tamaño de ser humano nos conmina a realizar una gran tarea, y esa podría ser aprender de la historia, de los hombres de la historia, de los hechos de la historia, de los actos en la historia, pero sobre todo, de los actos propios, no podemos fingir el no saber acerca de la realidad social, ya han sido sembradas entre nosotros serias diferencias, mucho dolor y profundo rencor, es tiempo de crear condiciones para un mundo en el que practiquemos mayormente el bien, en el que hagamos lo correcto, para dar paso permanente a la justicia y a la verdad.
Hoy es una realidad que el imperio de las normas se ha humanizado, esto nos asegura el goce de nuestros derechos y sin duda nos tiene que servir para enderezar el rumbo de quienes están decididos hacer el mal, practicar lo incorrecto y vivir en la ilegalidad.
Lograrlo no es una gran odisea, es cuestión de valores y principios, de voluntad, de respetar nuestras diferencias, de aceptar cómo cada ser humano ve el mundo, tomemos la decisión de construir una mejor nación. Hemos llegado hasta aquí después de un largo camino de dolor y sangre, en donde muchos de los nuestros se olvidaron de sus sueños para construir uno solo, uno para todos.
Aquellos grandes hombres y mujeres en los que descansa la historia de nuestra nación, no fueron diferentes a nosotros, también fueron de carne y hueso, con defectos y virtudes, nuestra patria merece que dejemos de ser espectadores para convertirnos en actores propositivos, participativos y constructivos, no debemos solo sentarnos a ver como se destruye nuestra sociedad, se descompone el escenario social y se disuelve lo que más queremos: nuestras familias.
Los integrantes de los tres Poderes del Estado estamos convencidos en fortalecer a los ciudadanos, por eso nos dedicamos a beneficiar los intereses colectivos, cada integrante haciendo su parte pero de forma integral, el Ejecutivo creando condiciones para traer inversión, generar empleos, sin sacrificar los índices de paz y seguridad, Señor Gobernador se le reconoce, los integrantes del Poder Legislativo dedicados a enriquecer en el debate el contenido de las normas para convertirlas en verdaderos instrumentos en favor de los ciudadanos, señores legisladores nuestra felicitación y en el Poder Judicial instauramos todos los días los instrumentos basados en la legalidad que nos permiten brindar una justicia pronta y expedita.
Voy a concluir compartiéndoles una anécdota plagada de principios y valores, de la congruencia de este Gran Hombre. Guerrero al recibir a su padre de nombre Pedro Guerrero, quien era partidario del realismo español y quien acude a verlo para convencerlo a través de ruegos y lágrimas deponer sus armas, fue recibido por Guerrero con la siguiente respuesta:
“Señores, este es mi padre, ha venido a ofrecerme el perdón de los españoles y un trabajo como general español. Yo siempre lo he Respetado, pero la Patria es primero”
Comunicado No. UCSYP/28/FEB/2017